lunes, 7 de mayo de 2012

Relato.

Un día más se levanta tarde con las legañas aún ancladas a sus ojos, sin ningún atisvo de que estas vayan a desaparecer fácilmente, como si de una mancha de vino en una camisa de seda blanca se tratara. Se incorpora no muy sofocado, pues es consciente de llega tarde. Se dirige al baño donde lava su cara y enjuaga su boca después de cepillarae sus dientes. Se mira al espejo y, sin lograr verse correctamente pues sus ojos aún continúan cerrados, decirde llenar su estómago. De camino a la cocina va chocándose con todo lo que encuentra por el camino: muebles, sillas, puertas... Su cuerpo desea llegar a la cocina pero su cabeza, instintivamente, le deaplaza poco a poco lateralmente hacia su habitación, la cual se encuentra en uno de los lados de este pasillo, como si de un carrito de la compra que nos ladea por el pasillo central del supermercado se tratara. Después de tomarse el ardiente y aromático café y fumarase el tan placentero cigarro, vuelve a la habitación para vestirse. Se sienta en la cama y, después de ponerse los calcetines de una forma más que costosa, decide recostarse unos segundos en la cama, y... Así es, Alberto se ha vuelto a quedar dormido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario